Con las nuevas medidas para la comercialización de soja, el Gobierno hace un insignificante aporte a la economía y un enorme perjuicio al capital social del País.
El relato de la soja es parte de un extenso y exitoso relato que el Kirchnerismo elabora para toda la economía y el conjunto de la sociedad, pero vamos al grano.
La soja no es un yuyo, es el cultivo más importante de un País exportador de granos, que le aportó el equivalente a alimentos para toda la población en los últimos 20 años.
Las nuevas medidas pueden mejorar un 10% el precio de venta de la soja, acotado al mes de Agosto 2022, cuando el Gobierno se está llevando hasta el 70% del valor desde hace años.
Otra vez la estrategia de quitar desmesuradamente y devolver migajas intentando disfrazarlas de mejoras para obtener redito político.
El Estado se queda actualmente con casi 300 USD por tonelada de soja, y ahora devolverá por un mes unos 30 dólares por tonelada. En este proceso logra seguir dividiendo al País instalando a uno de los sectores más pujantes de la economía como un enemigo de la Patria, acusándolo de avaro y especulador. El cinismo es mucho, pero también es mucha la gente que ya no compra esta estrategia barata.
El productor de soja tiene una sola cosecha al año y doce meses de gastos. Si vendiera todo en cosecha, sería un grave problema para él y para el País. No bastarían las rutas, los camiones, los puertos, para vender todo al mismo tiempo. Los precios bajarían fuertemente en cosecha si esto sucediera. El productor va vendiendo a medida que sus gastos se van desarrollando, y de esta manera también distribuye el riesgo de la volatilidad de los precios. Sumemos la coyuntura inflacionaria. Si alguien vende toda su producción en un mes y guarda esos pesos para pagar los costos de todo el año, en un País con inflación cercana al 100%, seguramente no estaría especulando con los precios, estaría loco.
Existe un mercado maduro y razonablemente transparente para comercializar la soja. Allí productores, acopiadores, aceiteras, exportadores, inversores, compran y venden producto. Es posible comprar soja en ese mercado y guardarla para esperar que suba el precio. Digamos que esta sería la especulación de la que habla el gobierno. En primer lugar, es importante entender que en ese juego de mercado, ya sea físico o en futuros y opciones, lamentablemente participan muy pocos de los 60.000 productores que son empresas pyme y representan más del 80% de la producción de nuestro País. Luego, cuando un integrante de este mercado compra o retiene soja esperando que el precio suba, es la base de todo mercado, al igual que cualquier otro, como la industria, los inmuebles, y todo el comercio, chico, mediano y grande.
La liquidación de cereales del primer semestre del 2022 es record histórico, así que no ha habido especulación que perjudique el ingreso de divisas. Es cierto que en las últimos sesenta días se viene ralentizando la venta de soja. Con incertidumbre económica, cambios de ministros, internas políticas dentro del gobierno, el mercado de la soja, desde los insumos, los productores y los comercializadores, sufren al igual que toda la economía argentina, que está expectante, temerosa.
Esta medida del Gobierno no beneficiará significativamente a ningún productor, ni a la economía del País. Solo pueden hacer algún negocio, tampoco muy relevante, algunas empresas grandes. En la volatilidad y los cambios de reglas, sufren muchos y se benefician unos pocos.
El negocio agrícola en Argentina es un negocio de riesgo, de alto nivel tecnológico y competitividad. El 70% de la agricultura se hace en campos alquilados, y lo llevan adelante empresas pyme que dan trabajo en el interior de País,
No existe más la oligarquía terrateniente, tampoco los grandes grupos sojeros son representativos de nuestra producción. El campo son familias, son contratistas, la producción agrícola argentina es envidia del mundo, y es cuestionada en nuestro País.
La grieta no es casualidad, es estrategia política de las más barata y destructiva, la unión del País es la única salida para un futuro mejor.
(*) Vicepresidente de la FUNDACIÓN ANDES