LAS INVERSIONES QUE REQUIERE ARGENTINA Y EL POSTCAPITALISMO


Por Alejandro Marchionna Faré y Luis María Urriza

 

 

 

Argentina requiere con urgencia un crecimiento acelerado de la iniciativa privada para revertir décadas de empobrecimiento y decadencia general.

 

El crecimiento desmesurado e ineficiente del Estado de los últimos veinte años, que hoy resulta ser el ancla de la economía, y ya no tiene como financiarse, puede ser abordado mediante una reestructuración y eficientización de sus actividades, que representan ajustes de corto plazo. Pero esto será inviable si no se logra en paralelo un crecimiento acelerado del sector privado.

 

No se puede seguir combatiendo a la empresa como lo ha hecho el país en las últimas décadas.

 

La Iglesia Católica fue pionera en concebir la dimensión social de la empresa capitalista. Actualmente innumerables economistas y pensadores plantean el impacto social positivo de las empresas que se enfocan en crear Valor de manera sostenible. Es imperativo revitalizar la iniciativa privada del siglo XXI orientándola a la generación de valor en una visión ampliada hacia lo económico, lo social y lo ambiental. En resumen, empresas que generen Valor Social.

 

Modernamente se habla de los stakeholders de la empresa. Se los debe entender como el conjunto de todos los actores en los que impacta una empresa, conjunto que incluye a los accionistas pero va mucho más allá de las fronteras de la empresa.

 

Una empresa no solo genera valor monetario para el accionista y satisfacción para el consumidor. Una empresa que agrega valor mejora la vida de las personas con sus productos y servicios. Hay una multitud de planos en que contribuye a mejorar la autopercepción de los demás actores que la rodean –los stakeholders.

 

En Argentina el péndulo ha ido demasiado en la dirección de la condena social – quizás debido al capitalismo prebendario, el equivalente en las empresas de los planes sociales.

 

Contrariamente a lo que se piensa, la economía informal no genera Valor Social, es injusta y no es solidaria. Los planes sociales, tal como se han utilizado en nuestro país por décadas, denigran a las personas, convirtiéndolas en rehenes de una ayuda discrecional, humillante, digna del sistema de los siervos de la gleba. Necesitamos crear trabajo formal genuino de manera urgente, y esto puede ser logrado únicamente mediante una sana y enérgica iniciativa privada orientada al Valor Social;  desde los cuentapropistas formales, pasando por los emprendedores pymes, y las startups tecnológicas, hasta la parte más dinámica e innovadora de las grandes empresas.

 

Para ello, la empresa argentina exitosa tiene que saber competir en la región y en lo posible en el mundo. Hay ejemplos muy desgraciados y ejemplos muy positivos entre nuestras empresas.

 

Por eso decimos que tiene que haber un cambio del paradigma capitalista de la empresa que busca sólo el beneficio de sus accionistas.

 

La empresa debe empezar a orientarse a generar y a medir el Valor Social que genera, con una metodología nueva que sea generalmente aceptada.

 

La sociedad civil debe dejar de ver a la empresa como un mero explotador de recursos de todo tipo y entender y apreciar el valor que genera su acción a lo largo y a lo ancho de la sociedad en general.

 

Cada vez que se cierra una empresa se pierde algo más que activos y empleos, se pierde optimismo, se malogran perspectivas, se reduce el dinamismo de la sociedad. El Estado nunca puede tener ese mismo rol; tiene otros, que son quizás tanto o más importantes. Pero el papel central de la empresa al generar el complejo Valor Social que proponemos enfocar, es irreemplazable.

 

Argentina debe evolucionar, de combatir el capital a atraer la nueva inversión de capital tan necesaria y asegurarse que esas nuevas inversiones, que son imprescindibles para volver a la senda de un desarrollo sostenible, se enfoquen en la generación de Valor Social.